sábado, 20 de diciembre de 2014

Adiós, 2014... ¡Bienvenida, 2ª edición!


 




Estamos a punto de finalizar un año que ha resultado para mí tan significativo como fructífero, a nivel literario. No todos los avances son visibles, de momento, pero os aseguro que estoy trabajando como jamás lo había hecho, sin perder la esperanza de recoger el fruto de mis esfuerzos en un futuro no muy lejano.
 




He compartido con vosotros algunas de mis modestas hazañas y lo he hecho con gran placer y alegría. Lo que se ve desde fuera es que mi novela Pasión en Marrakech se está difundiendo sin cesar y llegando cada vez más lejos. Os lo cuento porque la ilusión que me mueve es tan grande que no puedo contenerla, vamos, que si me callo reviento... Pero lo cierto es que también hay cosillas que me guardo para mí, como cuando alguien contacta conmigo por email preguntándome si desde Venezuela podrá escuchar esa entrevista que me van a hacer, o si encontrará mi libro en cualquier librería de su país. He observado que tengo bastantes seguidores en Latinoamérica (en Venezuela donde más) y eso me hace sentir un orgullo indescriptible, por más que lamente tenerles que decir que, de momento, Pasión en Marrakech sólo se vende en España, a pesar de intuir, con notoria claridad, el éxito que podría tener entre el apasionado público latino. Lo que tampoco se ve desde fuera es la cantidad de horas de dedicación y empeño que le pone una servidora a estos logros, porque no es fácil compaginarlo todo: escribir, promocionar la novela publicada y contactar con las posibles editoriales interesadas en mis otros trabajos, por ejemplo... 
 
 


Presenté mi novela el 31 de octubre de 2013, en la librería La Font de Mimir, de Barcelona, ¿os acordáis? Para mí fue todo un acontecimiento, no sólo porque era mi primera presentación, sino porque siempre he huido de cualquier ceremonia que implicase hablar en público, ¡qué nervios pasé! Pero fue una tarde maravillosa que no olvidaré ni aunque viva cien años. Después de eso, a lo largo del 2014 he tenido varias presentaciones más: en la Casa de la Cultura de Frigiliana (Málaga); en la Llar del Llibre de Sabadell; y en la librería Santos Ochoa de Barcelona. He participado, además, en una maratoniana jornada de firmas el 23 de abril, día de Sant Jordi; y en otra no menos intensa en la caseta de Tombooktú, durante la Feria del Libro de Madrid; me han hecho entrevistas para blogs, diarios locales y emisoras de radio... ¡Ah! Y he presentado a una autora (otra cosa nueva para mí): mi compañera de editorial Raquel G. Estruch. ¿Qué más se puede pedir? Me considero afortunada, y la lista de agradecimientos es tan larga que, si empiezo a enumerar, no acabaré nunca. Eso sí, cada uno de estos actos va precedido de una concienzuda preparación por mi parte, que después me deja tan exhausta como si hubiese batido el nuevo récord mundial de cien metros lisos. ¿Por qué? Pues porque lo doy todo, me entrego por entero, en cuerpo y alma.

 


Mientras tenía lugar esta magnífica sucesión de eventos que han desbordado todas mis expectativas, he estado trabajando en un nuevo proyecto literario, una novela que empecé hace unos meses y tardaré otros tantos en terminar; además, he seguido contactando con editoriales para las obras que tengo escritas y espero publicar (que de vez en cuando sufren retoques varios).

 

Por si esto fuera poco, la 2ª edición de Pasión en Marrakech está a punto de salir del horno.

Así es que...
¡¡¡GRACIAS, 2014!!!
Doy las gracias a mis lectores, a Tombooktú y a todos los que habéis contribuido, de una forma o de otra, a que esta escritora que apenas está empezando a darse a conocer, se sienta tan orgullosa de las metas alcanzadas.

 

A esa flamante 2ª edición de Pasión en Marrakech le doy mi más calurosa bienvenida, y le pido que no se acomode demasiado, porque no tardaré en ir a por la 3ª; y después a por la 4ª y...






 

viernes, 21 de noviembre de 2014

Entrañable tarde entre amantes de la lectura

 
 



¿Os acordáis de mi maratoniana jornada de Sant Jordi?
Fue increíble. Todo el día arriba y abajo, firmando aquí, firmando allá. De los eventos que he vivido a lo largo de este intenso 2014 que ya se acaba, ese es uno de los que guardaré en los archivos mentales de mis recuerdos con mayor cariño.




La primera librería que pisé aquel 23 de abril fue Santos Ochoa, nunca lo olvidaré. Ahí conocí a la encantadora Montse Blanca Juárez, administradora de su Club de Lectura, y enseguida supe que nos íbamos a llevar bien. Fue ella la que me habló del Club y me comentó que los miembros eran mujeres, en su mayoría, pero no porque no pudiesen participar hombres, sino porque a ellos les cuesta más animarse con este tipo de eventos, algo que he podido comprobar en varias ocasiones. Montse me explicó que un jueves de cada mes se reunían para hablar de un libro determinado, debatirlo, leer párrafos en voz alta y dar cada una su opinión. Y de vez en cuando organizaban, además, presentaciones de autor. Fue ella misma la que me invitó a dar a conocer mi novela Pasión en Marrakech en una de esas convocatorias tan especiales, propuesta que, dicho sea de paso, acepté de inmediato.





El día elegido fue el jueves, 13 de noviembre de 2014, a las 19,30 horas. Una tarde entrañable.


















Tal y como había vaticinado Montse, no lo viví como una presentación propiamente dicha, sino como una charla entre amigas y amigos (ese día participaron hombres, ¡doy fe!), una estupenda reunión durante la que se habló de la pasión, del erotismo; de la represión, de la rigidez católica en algunos sectores de la alta sociedad; de la cultura marroquí, de las costumbres de nuestro país vecino, tan cercano y la vez tan lejano; del contraste entre la pobreza más extrema y el lujo; del aborto, de la vida... y un sinfín de temas más que de un modo u otro están presentes en Pasión en Marrakech y llaman a la reflexión.






 
 
 
Todo ello en medio de un ambiente que rezumaba calidez familiar, calidad cultural, amor por la lectura y...
Pasión por la literatura, en definitiva.
 
 
 
 
Quiero dar las gracias a todos los que estuvisteis apoyándome, escuchándome y compartiendo vuestro valioso tiempo conmigo (personas conocidas, unas, y otras desconocidas, que ya no lo son); a los fotógrafos espontáneos que surgieron por doquier (y con especial afecto a Víctor Pérez Moreno); y por supuesto a Nelly, la dueña de la librería Santos Ochoa
 

 
 
 
Pero sobre todo quiero transmitir mi agradecimiento a Montse Blanca Juárez, no sólo por concederme la oportunidad de participar en su Club de Lectura como autora invitada, sino también por leerse Pasión en Marrakech con tanto interés, desmenuzándola, analizándola en profundidad. Saltaba a la vista que había disfrutado de su lectura y supo trasladar al público ese sentimiento con toda la pasión que la propia novela rebosa.
 
Fue genial, Montse, mil gracias.
 
 
 

 

 
 
 
 
 

sábado, 8 de noviembre de 2014

Sabadell, testigo de mis pasiones



 
Siento un gran cariño por Sabadell.
La primera vez que pisé su asfalto fue en el año 2003. Me habían ofrecido ejercer como psicóloga en un centro médico de ese municipio de Barcelona y acepté de inmediato, a pesar de la distancia. Quien me hacía la propuesta era un buen amigo, confiaba en él, y tenía el presentimiento de que todo iría bien.
 
 

















Mis amigos y conocidos creyeron que estaba loca. Para cumplir con mi mini jornada de dos horas diarias debía coger el autobús y el tren, tardaba noventa minutos en ir, y otros tantos en volver. No hice caso a nadie. A pesar de las múltiples advertencias, sólo presté atención a mi intuición, que me decía con insistencia que sí... y que sí.
  
Creo en las señales. En cuanto bajé del FGC y caminé rambla arriba, aquella primera tarde, supe que no me había equivocado. El lugar era precioso. Percibía las buenas vibraciones a cada paso que daba. Se oían las campanas de la iglesia, se respiraba calma, nada de estrés... y tuve la impresión de que Sabadell poseía el encanto de un pueblo combinado con las ventajas de una ciudad. En apenas unos días pude comprobar que estaba en lo cierto.
 
Fue pasando el tiempo y cada vez estaba más contenta. Mis compañeras eran estupendas, el jefe un encanto, el sueldo más que razonable, y el ambiente en el lugar de trabajo inmejorable.



 













Y eso que lo mejor aún estaba por llegar...

En esa época yo era un alma solitaria que a pesar de haber pasado por un divorcio, seguía creyendo en el amor. Una tarde las chicas y yo supimos que teníamos un nuevo compañero de trabajo y... ¡zas! Cupido hizo de las suyas, y me atravesó el corazón. Así fue. En ese centro médico de Sabadell sucedió el milagro y comprendí de inmediato por qué mi intuición me había llevado hasta allí. Conocí a mi hombre, el único, el verdadero, ese que ahora es mi marido y ha cambiado por completo mi visión de la vida, del amor, de la pasión... ¡y de tantas otras cosas! Ni él vivía ahí, ni yo tampoco. Fue el destino el que hizo que se cruzaran nuestros caminos. Por eso le tengo tanto cariño a Sabadell, testigo mudo de íntimas confidencias, intercambio de miradas furtivas y... besos apasionados.


 



























En el 2006 y por voluntad propia dejé mi empleo de Sabadell, no por estar descontenta, sino porque no podía seguir con ese ritmo. Trabajaba en otro centro por las mañanas, en Barcelona, y resultaba agotador. Apenas me quedaba tiempo para atender a mi hijo, y mucho menos para escribir. Sin embargo, fueron tres años estupendos y los repetiría con los ojos cerrados.

 

Este verano, mientras cubría una suplencia en ese mismo centro médico, se me ocurrió acercarme una mañana a la Llar del Llibre de la calle Sant Antoni a preguntar cómo iban las ventas de mi Pasión en Marrakech. La respuesta fue positiva, y enseguida me ofrecieron hacer una presentación ahí, si quería. ¡Acepté encantada! Y acordamos concretar la fecha y otros detalles a partir de septiembre.
 
Dicho y hecho. Montse fue la encargada de guiarme en la organización del evento, que tuvo lugar hace tres días.





















 
 
En efecto, el pasado miércoles, 5 de noviembre de 2014, presenté mi novela Pasión en Marrakech en La Llar del Llibre. Era una típica tarde de otoño y empezaba a refrescar, pero yo ni me enteré, porque la calidez con la que me acogió Sabadell, una vez más, no me permitió sentir frío en ningún momento, al contrario, me ardían las mejillas de satisfacción.
 
 

Tuve la suerte de ser presentada por mi buen amigo y compañero de letras Francesc Rovira Llacuna (como en la primera ocasión, en La Font de Mimir de Barcelona, ¿os acordáis?). Escritor, crítico, abogado y profesor en Atrium Literario, taller en el que participé durante un tiempo.



La gente se fue dejando caer por la librería con calma, sin ninguna prisa, en un goteo diminuto pero incesante. Había numerosas caras conocidas aplaudiendo, animando... y alguna que otra desconocida que pasaba por allí y no logró evitar rendirse a la pasión. 
















 
 
 
No tengo más que palabras de agradecimiento para el personal de La Llar del Llibre por su amabilidad y profesionalidad; a Francesc Rovira Llacuna por aceptar acompañarme de nuevo; a Ediciones Tombooktu por estar ahí, al pie del cañón; a Farida, por las estupendas fotos hechas con su magnífico iPad (tengo que modernizarme a nivel tecnológico, lo sé, lo sé...); a mis queridas antiguas compañeras de trabajo y amigas, que vinieron con sus novios, maridos, hermanas... ¡gracias, chicas! Sois geniales; a las que deseaban venir pero no pudieron, gracias también, porque la intención es lo que cuenta. Y un millón de gracias a todos los asistentes, en general, porque la presentación de un libro no sería tal sin público.

 













En Sabadell encontré la pasión hace diez años, y yo se la devuelvo ahora con creces, porque si mi corazón no estuviera tan lleno como está de ese poderoso y mágico sentimiento capaz de mover montañas no hubiera podido escribir una novela como Pasión en Marrakech.
 
 
Gracias, Sabadell.

 
 


viernes, 10 de octubre de 2014

La pasión arrasa en Frigiliana

 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 

Cuando el avión aterrizó en Málaga aquel viernes, a primerísima hora de la mañana, un atractivo chófer (que no era otro que mi primo José Manuel) ya me esperaba en el aeropuerto. Había recibido órdenes, por parte del ayuntamiento, de ir a recogerme. Iba acompañado por mi representante oficial (cómo no, mi padre). Y os parecerá una tontería, pero me sentí importante. ¡Menudo recibimiento! Ni con Lady Gaga se hubieran tomado tantas molestias. No fuimos en Limousine, ni falta que nos hizo. Me ahorré el pesado trayecto en autobús, inevitable para sortear los cincuenta kilómetros que separan la capital de la villa de Frigiliana, y ese es un dato a tener en cuenta. Bonita forma de dar comienzo a una aventura que me tenía tan excitada como ilusionada y que, por unas cosas y otras, había estado posponiendo desde hacía meses.  
 
 

Después de saludar a familiares y amigos me fui en busca de María José Caravaca (concejala de Turismo), que me había ayudado a organizarlo todo, con permiso del ayuntamiento. Luego encaminé mis pasos hacia el Centro Cultural Casa del Apero para observarlo con otros ojos, pues aunque había asistido a numerosas charlas, conferencias y actos similares, nunca lo había hecho desde el otro lado. La presentación de Pasión en Marrakech tendría lugar ahí mismo, al día siguiente... ¡qué nervios! Necesitaba concretar hasta el último detalle, así soy yo, no me gusta dejar ningún cabo suelto.
 
 



Mientras deambulaba de aquí para allá me cruzaba con gente en mi recorrido. Escasas eran las personas no enteradas de la noticia, pero alguna quedaba. Una inmensa mayoría me saludaba con entusiasmo, me felicitaba por el acontecimiento y anunciaba que haría lo posible por asistir. El desmesurado cariño con el que me asaltaban me sorprendía a cada paso.
 
 



La familia al completo se volcó en mí, colaborando cada cual a su manera para que todo saliera perfecto: mi primo José Manuel fue mi chófer particular; mi prima Ana Belén cambió su turno de trabajo para poder asistir al acto; mi prima Carmina me acercó con el coche al supermercado más cercano con el fin de comprar bebidas y picoteo para ofrecer después del evento; mis padres me alimentaron e hicieron las veces de escudo evitando visitas inoportunas en mis horas de ensayo y concentración; mi prima Esperanza y mi tía Carmela mantuvieron las bebidas frías hasta el último instante; y entre todos se encargaron de llevar los víveres a la Casa de la Cultura, y se ocuparon de que nadie se quedara sin una copa de cava o un vaso de refresco. No hay palabras para expresar lo infinito de mi agradecimiento hacia todos y cada uno de ellos. Eran conscientes de mi nerviosismo, no estoy acostumbrada a hablar en público y cuando se avecina un acto de tales características permanezco en tensión continua durante las largas horas y días previos.
 

A las cuatro de la tarde del sábado, 4 de octubre del 2014 (dos horas antes de lo previsto), ya estaba yo sentada en la mesa del patio de la Casa del Apero (se celebró al aire libre porque hacía un tiempo estupendo), con unas cincuenta sillas delante, aún vacías, contemplando el micrófono con estupor. Jamás en la vida había usado micrófono. Tuve tiempo de meditar, pasear, observar, divagar... A eso de las cinco y media llegaron Rita y Federico, de Librería Europa (Nerja) y montaron su stand con una cantidad nada despreciable de ejemplares de Pasión en Marrakech. Enseguida hizo también su aparición María José Caravaca y poco a poco, sin prisa pero sin pausa, fueron llenándose las sillas.
 

 
 
 


 
 

Algo más tarde de la hora acordada, María José pronunció unas palabras sobre mí, a modo de presentación, y luego me dejó sola ante el peligro. Arrancar fue lo peor, ya que quise hacerlo mentando a Pilar Herrero Sánchez, una gran amiga que esperaba esta presentación con la ilusión de una chiquilla, que debería haber estado ahí, sentada en primera fila, pero el destino no lo permitió. Nos dejó para siempre y de forma inesperada apenas dos semanas antes. Recordarla en un momento como ese era inevitable e imprescindible. Se lo debía. Fue muy duro. Para mí y para muchos de los presentes que, tras una emotiva ovación en su honor, me animaron a continuar. Un par de tragos de agua disolvieron el nudo de mi garganta, y la calidez del público disipó la humedad de mis ojos. Después de eso... todo fue fácil. Además, ella estuvo allí, lo sé... Estoy segura.
 
 


Siempre me he sentido en Frigiliana como pez en el agua. Se trata de un pueblo pequeño, y hasta cierto punto es comprensible que cualquier nuevo acontecimiento cause sensación. Admitamos, sin embargo, que dar a conocer una novela no es comparable a un espectáculo de baile, una representación teatral o la actuación de un grupo musical. Para el público en general, la presentación de un libro se augura como un acto que presume ser tedioso y que sólo unos cuantos pueden apreciar, dependiendo de si la temática es o no de su incumbencia y en todo caso del vínculo que le una al autor. Por eso, toda expectativa quedó superada con creces, en esta ocasión. El aforo se fue llenando... y llenando. Faltaron sillas, pero enseguida sacaron más. Me sentí desbordada, y muy querida. Un interminable aplauso siguió a la charla, hubo preguntas repletas de sana curiosidad y afecto sincero. Pero lo que más hubo fue cariño a raudales.
 


A continuación estuve recibiendo felicitaciones y firmando libros durante más de una hora. No sólo a gente autóctona, también de pueblos colindantes, e incluso de fuera de España, porque en Frigiliana viven ingleses, franceses y alemanes, entre otras nacionalidades. Personas que en su día la visitaron con fines turísticos y acabaron quedándose para siempre. Me llegó al alma que me comentaran que mi charla les había transmitido paz y que habían disfrutado escuchándome. Con lo tímida que soy y el reto considerable que supone para mí hablar en público, oír algo así resulta realmente halagüeño. Desde la publicación de Pasión en Marrakech, este ha sido, con diferencia, el acto más emotivo que he protagonizado. La mayoría de gente había leído mi novela varios meses atrás, aun así compraron otros ejemplares para regalar. Se agotó casi por completo el stock disponible. Vamos, no es que vaya de diva, pero la verdad es que me hicieron sentir protagonista indiscutible y admirada... y me gustó. Fue maravilloso.
 


 
A toda mi familia (tanto los que fueron como los que no) por su colaboración, entusiasmo y apoyo: GRACIAS.
A todas las personas, conocidas y desconocidas, que estuvieron presentes: GRACIAS.
A los que deseaban ir pero no pudieron, no se acordaron o no se enteraron: GRACIAS.
A las magníficas fotógrafas espontáneas: GRACIAS.
Al Ayuntamiento de Frigiliana, a la Casa de la Cultura, a la Concejalía de Turismo, a la Librería Europa (Nerja): GRACIAS.
¡GRACIAS, frigilianenses!
¡¡¡UN MILLÓN DE GRACIAS, FRIGILIANA!!!
 
 
 
 
A Pili, porque si en el cielo hay acceso a internet, seguro que está leyendo esto con los ángeles.
 
 
 
 

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Estoy en crisis, me digo a mí misma. ¿Por qué? Me pregunto, iniciando una especie de monólogo interno absurdo. Porque aún no he empezado la ...